Rivas Respira

Calidad del Aire (CAM)

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Elige el contaminante a analizar

Observatorio de calidad del aire en Rivas-Vaciamadrid.

Nuestro Observatorio de la Calidad del Aire obtiene los datos de la Red de Calidad del Aire de la Comunidad Autónoma de Madrid. Todos los datos se recogen periódicamente a través de su catálogo de datos abiertos. Para el análisis descartamos todas las entradas de datos que no han sido verificadas, lo cual puede producir falta de mediciones en las series de datos.

Nuestro objetivo es cuantificar de forma objetiva la calidad del aire que respiramos en Rivas y su evolución a raíz de las diferentes medidas que se adoptan a nivel municipal, regional, estatal y europeo.

Estación de medición en Rivas-Vaciamadrid

La estación de medición en Rivas-Vaciamadrid forma parte de la Red de Calidad del Aire de la CAM:

Situación

Se encuentra en la calle Junkal con Avenida de los Almendros, en el Polideportivo Cerro del Telégrafo.

Capacidades

La estación es de tipo “Urbano” y es capaz de medir los siguientes contaminantes:

Partículas en suspensión PM10

Partículas en suspensión de menos de 10 micrometros de diámetro, medidas en microgramos por metro cúbico (μg/m³) mediante absorción beta.

Las partículas en suspensión son aquellas partículas presentes en el aire que, debido a que disponen de un tamaño lo suficientemente reducido, pueden permanecer “flotando” en el mismo por un tiempo indeterminado e incorporarse a las vías respiratorias de los seres vivos, o depositarse finalmente sobre la superficie de plantas y edificios.

El tiempo de residencia en la atmósfera, su capacidad para penetrar en las vías respiratorias, depositarse, o generar daños, depende de dos factores esenciales: el tamaño de la partícula y su composición.

En este sentido, la normativa y los métodos de muestreo se centran en el tamaño de las partículas, ya que resulta ser el principal factor limitante para la mayor o menor penetración en las vías respiratorias. Así, resulta obligatorio para las redes de control la determinación de aquellas partículas de menos de 10 micrómetros de diámetro (10µm), denominadas fracción PM10, ya que son las partículas que presentan una mayor capacidad de acceso a las vías respiratorias y por lo tanto mayor afección a las mismas.

Sin embargo, dentro de la fracción PM10, la penetración en las vías respiratorias se diferencia aún más ya que las partículas más pequeñas (menores de 2,5 µm) se depositan en los alvéolos, la parte más profunda del sistema respiratorio, donde tienen más posibilidades de ser incorporadas al torrente sanguíneo y casi ninguna de ser expulsadas, mientras que las partículas en el rango de 2,5 µm a 10 µm se depositan preferentemente en la región traqueobronquial y nasofaríngea, desde donde son expulsadas por el sistema respiratorio, pudiendo pasar al tracto gastrointestinal.

Este hecho diferencial hace que la tendencia en los últimos años lleve a la determinación adicional de la fracción PM2,5, que son aquellas partículas con un diámetro inferior a 2,5 µm, por ser este tipo de partículas las que presentan una mayor capacidad de acceso al nivel pulmonar, en el que quedan atrapadas pudiendo generar efectos más severos sobre la salud.

Por otro lado, la composición de las partículas hace que estas sean más o menos reactivas con su entorno, lo que intervendrá en el tiempo de permanencia y en los daños que sobre los materiales y tejidos se puedan generar. En este sentido, las partículas PM2,5 presentan además la peculiaridad de incluir composiciones química de una mayor afección para la salud humana, lo que justifica que se incremente su control y determinación.

Por desgracia, la estación de Rivas-Vaciamadrid no es capaz de medir PM2,5. Sí lo hacen muchas de nuestras estaciones vecinas (algunas con una menor población a proteger):

  • Alcalá de Henares
  • Algete
  • Coslada
  • Torrejón de Ardoz
  • Getafe
  • Leganés
  • Valdemoro
  • Collado Villalba
  • El Atazar
  • Puerto de Cotos
  • Villa del Prado
  • Villarejo de Salvanés

Teniendo en cuenta la cercanía de la incineradora de Valdemingómez, la Comunidad de Madrid debería reforzar la vigilancia de estas peligrosas partículas en suspensión más pequeñas.

Los factores meteorológicos son también esenciales en la generación, transporte y deposición de las partículas en suspensión, interviniendo considerablemente en las concentraciones detectadas para este contaminante en el control de la calidad del aire.

En cuanto a su generación, las partículas en suspensión pueden estar formadas por dos tipos de fracciones, una de origen natural, formada por partículas minerales provenientes de la erosión natural del terreno y los materiales o por partículas orgánicas provenientes de la emisión de polen, mohos, esporas, etc., y otra de origen humano, o antropogénica, previniente de procesos de combustión, tráfico rodado, desgaste de maquinaria, procesos de extracción de minerales y movimiento de tierras, etc.

En las vías respiratorias pueden generar desde irritación, fundamentalmente en nariz y garganta, hasta daños en los pulmones, bronquitis o empeoramiento de distintas afecciones pulmonares preexistentes, en función de su penetración, la exposición a la que se encuentre el sujeto y su composición química. En el aire reducen la visibilidad a altas concentraciones y, en su deposición, afectan a la fotosíntesis de las plantas o ensucian y decoloran estructuras, edificios y ropa.

La normativa de calidad del aire establece valores límite para PM10:

  • Diario de 50 µg/m3. Este valor no debe superarse en más de 35 ocasiones por año civil. La OMS fija el valor máximo diario de este contaminante en 45 µg/m3.
  • Anual de 40 µg/m3. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece un objetivo para este límite anual un valor más restrictivo que la normativa europea y lo fija en 15 µg/m3.

(fuente y fuente)

NOx

Óxidos de nitrógeno, medidos en microgramos por metro cúbico (μg/m³) mediante quimioluminiscencia.

Su generación es debida en su mayor parte a los procesos de combustión de todo tipo, aunque especialmente a altas temperaturas, y debido no a la presencia de nitrógeno en el combustible, sino a la presencia de nitrógeno gas (N2) de forma abundante en el comburente, que es el propio aire. También se puede dar como consecuencia de otros procesos específicos de la industria metalúrgica o celulósica, por las reacciones del ácido nítrico, o en empresas de la galvanización o que disponen de procesos de soldadura. En las reacciones de combustión, principales causantes de la contaminación ambiental por este contaminante, su generación depende de la temperatura de llama, el porcentaje de oxígeno, la tipología de combustible y otros factores que hacen que pueda variar sustancialmente. Sin embargo, las nuevas tecnologías de combustión y reducción de este contaminantes que se están generalizando en los últimos años, están permitiendo optimizar los procesos de combustión y reducir sustancialmente la emisión de este contaminante atmosférico.

El Monóxido de carbono (NO) es un gas incoloro, de olor dulce a altas concentraciones, que resulta tóxico en gran medida debido a su alta reactividad, ya que es fácilmente oxidable a NO2.

El dióxido de nitrógeno (NO2) es sin embargo algo más estable en la atmósfera, aunque en la misma resulta también tóxico y muy contaminante ya que es precursor de las partículas de nitrato, del ozono troposférico ante altos niveles de radiación solar, o uno de los gases responsables de la lluvia ácida, debido a su alta solubilidad en agua, con la que da lugar al ácido nítrico.

Ambos gases son pues tóxicos y afectan principalmente al sistema respiratorio, generando irritación en las vías respiratorios a exposiciones cortas y altas concentraciones. En exposiciones prolongadas a largo plazo pueden generar cambios en el tejido pulmonar, pudiendo incluso derivar en daños irreversibles del mismo. Sobre la cubierta vegetal y los materiales genera daños similares al SOx, al generar deposiciones ácidas que pueden afectar a los tejidos.

La normativa delimita de forma extensa este contaminante estableciendo valor límite horarios (200 µg/m3) y anuales (40 µg/m3), así como un umbral de alerta a la población (400 µg/m3 durante tres horas consecutivas), e incluso un nivel crítico para protección de la vegetación (30 µg/m3 anual). En la red de control este contaminante es también ampliamente controlado, disponiendo de equipos de medición en continuo en todas las estaciones de control.

(fuente y fuente)

O3

Ozono medido en microgramos por metro cúbico (μg/m³) por absorción ultravioleta.

El ozono es un gas incoloro, invisible y de olor agradable, formado por tres átomos de oxígeno (O3), al contrario que el oxígeno que respiramos, formado por sólo dos átomos de oxígeno (O2). Esta molécula de ozono tiene una fuerte tendencia a desprenderse de uno de los átomos de oxígeno, cediéndolo a otros compuestos, por lo que se trata de un compuesto muy reactivo.

El ozono en la capa estratosférica, entre los 20 y 50 km de altura, está formándose y destruyéndose constantemente absorbiendo las radiaciones ultravioleta (UV) que llegan desde el sol. El ozono a esta altura forma lo que se conoce como “Capa de Ozono” y es claramente beneficioso. Sin embargo, este ozono estratosférico poco o nada tiene que ver con el ozono que se puede encontrar a nivel superficial o troposférico, donde se convierte en un contaminante atmosférico peligroso que hay que evitar.

A nivel troposférico el ozono se convierte en una molécula extremadamente reactiva que tiende a oxidar a otros compuestos, con lo que, a determinadas concentraciones, tiene efectos corrosivos sobre ciertos materiales e irritantes sobre las mucosas y tejidos de los seres vivos.

El ozono existe de una forma natural en la troposfera debido a determinadas incursiones de la estratosfera y a los procesos naturales que tienen lugar en la biosfera a partir de la emisión de óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles procedentes de la vegetación, procesos de fermentación y volcanes. Sin embargo, este ozono en ningún momento alcanza una concentración peligrosa. Es por las emisiones producidas de forma artificial cuando el ozono se puede convertir en un problema de contaminación atmosférica grave.

El ozono (O3) no se emite directamente por ninguna fuente contaminante de emisión, sino que se forma en la atmósfera por la reacción de contaminantes primarios. Es lo que se denomina un contaminante secundario.

En la troposfera el ozono se genera y destruye a partir de reacciones químicas en las que intervienen contaminantes primarios tales como, NO2, NO y compuestos orgánicos volátiles (COV’s), ante la presencia de oxígeno (O2), una fuerte y constante radiación solar (en una longitud de onda de 295 a 430) y altas temperaturas. La modificación de alguno de estos factores se traduce en un incremento o disminución del ozono, pudiendo alcanzarse altas concentraciones de este contaminante.

En estas reacciones un incremento de la radiación solar provocaría un aumento de la producción de ozono, así mismo, introducir contaminantes como los compuesto orgánicos volátiles, da lugar a la generación de radicales libres que son capaces de interactuar con los óxidos de nitrógeno sin que se produzca destrucción del ozono, lo que aumenta su concentración. Pero sobretodo es el aumento en la generación de óxidos de nitrógeno, de origen antropogénico, la que provoca que la reacción se desplace y se aumente la concentración de ozono.

Se observa pues que la reacciones de generación de ozono en la atmósfera son complejas y, en ocasiones, la reducción de uno de los precursores no lleva necesariamente a la reducción del ozono generado, pudiendo llegar incluso a aumentarlo. Es necesario pues actuar conjuntamente sobre todos los contaminantes primarios y con la antelación suficiente para prevenir la generación posterior de ozono.

El ozono en el aire ambiente se mide en microgramos por metro cúbico de aire (µg/m3). Pero la afección de este contaminante viene dada no sólo por su concentración, sino también por el periodo de tiempo en el que ésta se produzca (duración) y por el receptor de dicha contaminación (seres vivos, vegetación o materiales).

El Real Decreto 1976/2003, de 26 de diciembre, relativo al ozono en el aire ambiente, que incorpora la Directiva 2002/3/CE, establece una serie de umbrales de protección, información y alerta establecidos como valores orientativos que marcan el límite superior de lo que serían los valores deseables para la protección de la salud, la vegetación o los materiales.

  • Umbral de información: Nivel medio de 180 µg/m3 durante 1 hora.
  • Umbral de alerta a la población: Nivel medio de 240 µg/m3 durante 1 hora.
  • Umbral de protección de la salud: Nivel medio de 120 µg/m3 durante 8 horas.
  • Umbral de protección de materiales: Nivel medio de 40 µg/m3 durante 1 año.
  • Umbral de protección de la vegetación: AOT40= 6000 µg/m3 entre mayo y julio.
  • Umbral de protección de bosques: AOT40= 20.000 µg/m3 entre abril y septiembre.

La nueva Directiva 2008/50/CE conserva a su vez gran parte de estos valores, por lo que su vigencia se mantendría para la determinación de la calidad del aire en relación con este contaminante.

Son los umbrales de información y de alerta a la población los que de una forma más inmediata pueden afectar a la población, estando concebidos como valores a partir de los cuales podrían darse efectos adversos sobre la salud de las personas. La superación de estos umbrales da lugar a lo que generalmente se denomina como “Episodios de ozono”.

Los “Episodios de ozono” se producen en aquellas situaciones en las que los componentes principales, precursores del mismo, están presentes de una manera más cuantiosa. El principal de ellos es la radiación solar, así, la gran mayoría de los episodios se producen durante los meses de verano y primavera, ya que es durante esta época donde se producen los máximos de temperatura y radiación solar.

La presencia de contaminantes primarios resulta también de vital importancia. Estos vienen generados por la industria y, en mayor medida y en grandes aglomeraciones urbanas, por el tráfico rodado, que emite grandes concentraciones de óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles (procedentes de la mala combustión y la evaporación de los combustibles).

(fuente y fuente)